Emilio Toledo M.
He tenido una experiencia permanente con el cine y una muy específica con la arquitectura. Si con el cine puedes manipular el tiempo, con la arquitectura puedes manipular el espacio. Desde niño, me ha entusiasmado la idea de crear yo lo que decida crear, de entender el mundo no como algo fijo sino como algo que puedo cambiar y darle la forma que yo quiera. Por eso he experimentado no sólo con el cine, la arquitectura y la fotografía sino también con la ilustración, la música, el diseño, la literatura… con mis limitaciones, desde luego, pero con una curiosidad muy intensa. El arte es el juego del niño que nos seguimos permitiendo como adultos.
Admiro mucho el Renacimiento porque una sola persona podía tener diferentes disciplinas, incluso artísticas y científicas a la vez. Nadie le decía al artista/ingeniero/científico del Renacimiento que el que mucho abarca poco aprieta. Guardando las distancias, he explorado, hasta donde he podido, lo que me ha despertado interés y he tenido oportunidad de desarrollar en el arte. Sin embargo, dentro de las artes, hay dos que siempre se me han resistido. Y que por lo mismo me interesan. Una es la danza; desde luego es algo para lo cual no tengo ninguna aptitud ni posibilidad, y otra es la escultura. Quizás tenga con ello más posibilidades pero la paciencia no es mi mejor virtud, y me imagino que los escultores deben de tenerla. Pero he encontrado otra forma de solucionar esto.
El cortometraje de cine que actualmente estoy dirigiendo, llamado Imagina, tiene relación con la danza: estoy trabajando con una bailarina, diseñando con ella su coreografía y haciendo algo muy cinemático, de movimiento, con la cámara. Y, en el caso de la escultura, cuando vi las formas rocosas de los Piloncillos pensé: es mi oportunidad de explorar la escultura, la tridimensionalidad, las texturas propias de ese arte, pero con lo que sé, que es la cámara y la fotografía. Entonces mi enfoque fue desde ahí.
A eso se le sumó otro comentario autoral. Pude, por ejemplo, haber empleado modelos o haber montado algo escénico y que el escenario o el fondo fuera este lugar que por donde se le vea es muy estético. Hubiera sido una elección válida, como lo han hecho otros, entre ellos el fotógrafo Manolo Espinosa; recomiendo mucho sus fotografías de Los Piloncillos con desnudos, son realmente extraordinarias. Pero decidí no usar nada de esto. Decidí que no sólo fuera un escenario o un fondo sino que fuera el motor y centro de lo que quería expresar. Nunca había hecho una serie fotográfica donde no saliera ningún ser humano. Y esto me sigue produciendo asombro o extrañeza, porque no lo pensé en ese momento. Y porque son los temas humanos los que más me interesan. Simplemente sentí que no hacía falta. Y como mi intención era sentirme escultor, aunque fuera a través de la cámara, mi búsqueda tenía que ver más con expresarme a través de las formas visuales, de las líneas, relieves y los elementos formales (del color y la luz también, aunque estos elementos sí son más propios del lenguaje fotográfico).
Los escultores, como los arquitectos y fotógrafos, no tienen palabras. Es algo que siempre me ha interesado del lenguaje visual: la posibilidad de contar una historia o un concepto con puras imágenes. Teniendo esa limitante. Como se dice, y creo que es verdad, se desarrolla más la creatividad cuando uno tiene más limitantes, y no cuando se es más libre. Sólo tenía este escenario frente a mí y mi cámara para contar algo, o descubrir algo, pero me parecía suficiente. Y me sigue pareciendo que hay algo extraño en esta decisión de prescindir de todo lo humano. Ni siquiera hay arquitectura o vestigios humanos. Por eso el título. Sólo hay unas formaciones que llevan siglos creándose. Sólo hay tiempo y arena. Y sin embargo, al menos yo, no necesitaba más. Además, pensándolo bien, sí hay algo en esas imágenes que es humano: mi mirada. Tal vez al despojar las imágenes de todos los artificios con los que pude haberlas adornado (quitar o esculpir en vez de agregar) he encontrado algo más esencial. Por eso siento que Tiempo y arena es uno de mis trabajos más personales.
Octubre, 2023
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