Dos documentales y un libro desarrollan un tema que la humanidad ha mantenido oculto o a raya por más que le compete, y que cada generación desde hace décadas (con mayor celeridad a partir de la irrupción de las teorías freudianas a inicios del siglo XX) intenta abordar de una manera más integral (a veces con más o menos éxito, con mayores o menores tabúes): la salud mental.
Los documentales “Stutz”, de Jonah Hill, y “My mind and me”, de Alek Keshishian y protagonizado por Selena Gomez, y el libro autobiográfico “Friends, lovers and the big terrible thing”, de Matthew Perry, ponen en el centro de atención situaciones humanas de dificultad, problemáticas que usualmente abordan los campos de la psicología y la psiquiatría, así como corrientes independientes a la ciencia como el budismo o las relacionados a la meditación, mindfulness y otras prácticas de desarrollo humano, pero que, en este caso, al ser abordadas por figuras de la industria fílmica, televisiva y de la música norteamericana y global, adquieren una relevancia especial y humanizan, en primera persona, lo que a cualquiera nos ha ocurrido o nos podría ocurrir, con claves para solventarlo, por compleja que sea la situación. Las tres obras fueron publicadas en 2022.
La posibilidad
La idea de Hill, actor y director, es “compartir las herramientas y enseñanzas” de su terapeuta Phil Stutz “para que la gente pueda acceder a ellas y las use para mejorar su vida”. Stutz subvierte los modelos más neutrales de la psicoterapia, donde se le deja al paciente conducir su propio recorrido, involucrándose más como guía y proponiendo un plan de acción que incluye la activación de la “fuerza vital” del individuo en tres ejes: su relación con su cuerpo, con las personas y consigo mismo. Se trata, dice Stutz, de “aumentar tu fuerza vital para averiguar qué te apasiona”.
La metodología y filosofía de Stutz tiene que ver con “la posibilidad”, en sus palabras: “no una definición barata de la posibilidad. Posibilidad significa que sientes cómo reaccionas de manera diferente”. La vulnerabilidad no la concibe como un factor negativo sino como oportunidad de crecimiento y conexión: “no puedes avanzar sin ser vulnerable y la razón es que todos necesitamos ayuda para avanzar. El fracaso, la debilidad, la vulnerabilidad son como un conector. Te conectan con el resto del mundo. Es cuando le envías un mensaje al mundo: ‘te necesito porque no puedo solo’”.
El documental se desarrolla en las sesiones y diálogos entre el terapeuta y el paciente, entre el entrevistador y el entrevistado, con giros narrativos inesperados y dibujos que elabora Stutz como herramienta terapéutica y se configuran como leitmotiv de la película. Estos son dibujados con líneas temblorosas debido a la enfermedad de Parkinson que Stutz padece. Cuando Hill le pregunta si le parece bien que los use, Stutz responde: “Sería genial. Hazlo. Y si están temblorosos es aún mejor porque la premisa de todo esto es que no ganaremos siempre, no podemos ser perfectos, no tenemos el control, pero tenemos la voluntad imparable de avanzar, y eso te lo recuerda”.
Mi mente y yo
El documental “My mind and me” es un retrato íntimo de la cantante y actriz Selena Gómez: pasajes de su vida, momentos en los camerinos previo a un show, ensayos, viajes, escenas donde la influyente artista se rompe, duda de sí misma y muestra su lado más humano. Su influencia en la cultura pop y en sus numerosos seguidores se debe al ejercicio de un talento transparente, cercano, abierto y a una forma de liderar a su equipo desde la autenticidad y empatía.
La sociedad tiende a deshumanizar a las personas cuyo trabajo implica la fama; se les objetiva, olvidando que detrás de los íconos hay seres humanos con anhelos, presiones y miedos, como cualquiera.
Esa es la aportación de “My mind and me”: mostrar la figura humana, encarnada en Selena, despojada de cualquier idealización, con toda su crudeza, en sus puntos más altos y más bajos. En dos años, Selena transita y sobrevive a duras enfermedades físicas y mentales: lupus, un trasplante de riñón, una crisis nerviosa en plena gira que la obliga a cancelarla y rehabilitarse, bipolaridad. Su voz, a manera de diario y testimoniales, lo narra: “Necesitaba aprender más sobre eso y tomarlo día a día”. Ahora “podía identificarme con otras personas en situaciones similares”.
En su diario, se escribe a sí misma: “Sólo se quien eres, Selena. Sólo deja de forzarlo, a nadie le importa lo que estás haciendo. Se trata de quién soy, estar bien con donde estoy ahora”.
En 2019, en la cena anual del hospital de psiquiatría McLean, Selena da un poderoso discurso donde hace público lo que ha vivido: “A veces lucho con mis pensamientos y mis emociones pero eso no me hace defectuosa, eso no me hace débil, eso no me hace ser menos. Eso me hace humana”.
A partir de ese momento decide usar sus plataformas para hablar abiertamente sobre salud mental. También crea una fundación para recaudar fondos para este tema e impulsa un plan de salud mental para las escuelas.
Garrik
La autobiografía de Matthew Perry, “Friends, lovers and the big terrible thing”, aborda el tema de las adicciones. El sufrimiento por el que pasó el actor de la emblemática serie “Friends” termina por apuntalar que ni el éxito ni la fama ni el talento exentan de padecer una adicción o cualquier enfermedad.
Más tratándose de un comediante, y uno notable, como en el poema de Juan de Dios Peza, “Reír llorando”, en que el actor de comedia Garrik busca ayuda para aliviar sus pesares y un doctor le recomienda toda clase de antídotos, y cuando ve que ninguno funciona, le recomienda: “Sólo viendo a Garrik podéis curaros”, a lo que este responde: “Así -dijo el enfermo- no me curo. / ¡yo soy Garrik!… Cambiadme la receta”.
Mientras crece, se vuelve actor e interpreta a sus personajes, Perry describe el proceso en que la adicción lo atrapa desde temprana edad y cómo se desarrolla: “Las personas tienen necesidades, mienten, traicionan, o algo mucho peor: quieren hablar sobre sí mismas. El alcohol era mi mejor amigo porque nunca quería hablar sobre sí mismo. Simplemente, estaba ahí, como un perro a mis pies, mirándome con adoración, siempre dispuesto a salir a dar un paseo. Me quitaba gran parte del dolor que sentía, incluyendo el hecho de que estaba solo, me sentía solo, y que cuando estaba con gente también me sentía solo. Hacía que las películas fueran mejores, que las canciones fueran mejores, y que yo fuera mejor”.
El libro de Perry es uno complejo, lleno de matices, humor, tragedia. Hace el recuento de su vida desde niño, la relación con sus padres, con sus parejas, su biografía artística. No se guarda nada: “Ningún secreto empeora por el simple hecho de ser contado”.
Libre de autoindulgencia, narra lo que ha vivido; una vida con numerosas etapas en rehabilitación, recaídas, problemas médicos: “Hace tres días, tuve mi decimocuarta cirugía, cuatro años después de la primera (…) tengo tantas cicatrices en el estómago que sólo necesito mirarlas para saber que he atravesado una guerra: una guerra autoinfligida”.
Cada historia personal es diferente pero en ninguna hay respuestas fáciles. El impulso de Perry al escribir esta pieza autobiográfica ha sido el de ayudar a otros a sobrellevar situaciones similares a la suya. “La adicción, aquello tan terrible, es demasiado poderosa como para que alguien la venza solo. Pero juntos, un día a la vez, podemos vencerla”. Perry muere al año siguiente de publicada su autobiografía, libre por fin de la adicción pero no de sus secuelas, dejando un texto entrañable por su humanidad y valor.
Emilio Toledo M.
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