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Cuéntamelo todo, o de cómo Adele surfeaba las olas

  • Foto del escritor: Emilio Toledo M.
    Emilio Toledo M.
  • 20 mar
  • 18 Min. de lectura


En la azotea del edificio, abre la puerta Juan (hombre, 36 años, vestido casual), con una cobija y un banco de madera. Coloca el banco y se sienta. La cobija se la extiende en los hombros, y mira al frente, como si estuviera viendo una fogata. Extiende las manos en el fuego imaginario y estira los dedos para calentarlos. Se frota las manos porque siguen frías. Alrededor suyo, sólo hay tendederos, tinacos, cables y algunas macetas. 


Juan

Debí traer bombones. O salchichas. No pensé en eso.


Juan (mirando hacia arriba.)

Las estrellas…


Llega Zaira (mujer, 40 años, ropa fashion, con unos tragos encima). Se saludan. Zaira va por una silla jardinera que está cerca y la acomoda a un lado del banco de Juan. 


Zaira

Te debí hacer caso y no ir a la fiesta. Ver a Miguel no me hizo sentir mejor. Ya anda con otra, y se le ve feliz. ¿Por qué los hombres son así? 


Juan

¿Así cómo?


Zaira

Así de culeros. Encima de que tienen mejores trabajos que nosotras, son más abusivos que nosotras, tienen más dinero y poder que nosotras, encima de todo se enamoran de ti, te enamoran y se van al primer problema. Malditos cobardes. A ver, Juan, explícame, tú que tienes huevos como todos esos, ¿por qué? 


Juan

Es una larga historia… 


Zaira

No tengo sueño, estoy cansada y triste y me gustan tus historias. Cuéntamelo todo. Tal vez eso me anima. 


Juan

Está bien, Zaira. Pero primero debes poner tus manos en el fuego, no muy cerca porque te quemas. 


Zaira y Juan extienden sus manos en la fogata imaginaria. Sus manos no se calientan. 


Zaira

Debí traer salchichas o bombones. 


Juan

¿Verdad? Bueno… Te voy a contar cómo fue el inicio de muchas de las cosas de las que se hablan ahora. 


Zaira se acomoda en la silla y mira a Juan, que mientras habla mira el fuego, y las luces de la ciudad, y el cielo. 


Juan

Fue hace miles de años. Había una tribu de doce mujeres y ocho hombres de diferentes edades y docenas de niños. No se sabía bien cómo distribuir el poder de la tribu pero entonces unos hombres astutos dijeron: hay mucha competencia, somos 20 adultos y muchos niños, por qué no apartamos a unos cuantos y entre nosotros razonamos lo que sea mejor para todos. 

Así fue como decidieron que los niños y los ancianos no participarían porque eran los menos y podían decir que los adultos jóvenes eran más fuertes y productivos que ellos, también quitaron a 2 que se habían enamorado el uno del otro siendo del mismo género, de modo que quedaron, quitando ancianos, homosexuales y niños, 9 mujeres y 5 hombres. 

Como la mayoría de las mujeres estaba cuidando a los niños, los 5 hombres jóvenes y heterosexuales que quedaban fueron a un bar cavernícola y se dijeron: la verdad es que ellas parecen tener más inteligencia, resuelven más rápido los problemas y nos dominan en muchos aspectos de la vida privada, por lo cual tienen todas las razones para gobernar, entonces quitémosles los derechos y que no puedan opinar. 

Así fue en un cónclave de 5 personas varones que inició todo el machismo. Si quieres buscar culpables búsquenlos ahí, en esos 5 hombres que fueron astutos. Y te preguntarás si gobernaron bien los 5 o qué pasó después. 

No, en realidad uno les vio la cara a los demás y así empezaron miles de años de imperios, monarquías y democracias simuladas. El más astuto de todos fue con otro y le dijo: mira, si te alías conmigo cuando yo gobierne te doy la secretaría de la caza. Tu comerás más mamut que el resto y llevarás la administración de lo que cacemos. 

E hizo lo mismo, a escondidas, con los demás. Con cada uno fue ofreciendo diferentes cosas y fomentando la traición dentro del cónclave que lo encumbró. Por ejemplo, al más introvertido, le dijo: tú vas a decir que los dioses te hablan al oído, y que por eso no hablas mucho, te vestiremos diferente y pedirás recursos para el nuevo gobierno, para los dioses que están con nosotros y para ti también. 

Y a otro que tenía buena memoria y buen léxico le dijo: tú vas a inventar algo que llamaremos filosofía, vas a justificar mis decisiones con buenos argumentos y convencerás a los demás de nuestro poder. Y tendrás una casa más grande que el resto y también tus hijos y los hijos de tus hijos. 

Y para asegurar la permanencia en el cargo, hizo un partido que llamó el PCN o Partido Cavernícola Nacional. De modo que cuando los 5 hombres regresaron a casa con sus mujeres y sus hijos, cuatro de ellos les avisaron que el Partido les había dado un mandato nuevo y les explicaron las nueva leyes de la tribu, y las mujeres confirmaron que sus maridos eran unos idiotas. 

Una le dijo a otra en secreto: "Sólo espero que las mujeres del futuro no llamen a esto ‘patriarcado’ o crean que fue algo muy organizado cuando sólo fue la ineptitud de nuestros hombres". 

La mujer del quinto hombre, el que gobernaría ahora, primero pensó que era mala idea para la comunidad, viéndolo a su marido con esa malicia y egoísmo que tenía, pero después de unas semanas viviendo en opulencia y con las atenciones brindadas por ser la reina de los cavernícolas, se inscribió también al Partido y fustigó a las mujeres que cuchicheaban en contra de la nueva jerarquía. 


Zaira se ha quedado dormida en algún punto del relato. Juan la mira y va por más leña imaginaria para echar a la fogata imaginaria. 


Aunque estés dormida, dulce Zaira, te seguiré platicando. Esta noche no es de un monólogo para el resplandor. Esta noche es de que me escuches desde tu inconsciente freudiano y mañana te pregunte si recuerdas mis historias, además el sonido de mi voz se cuela en tus sueños mientras hablo. Sólo no ronques por favor, ¿está bien?


Zaira no responde porque está apaciblemente dormida. Juan acomoda la leña hasta que el fuego se aviva. No lo calienta. Al ver que Zaira sigue dormida le da su cobija y la cubre para que no tenga frío. 

Juan vuelve a mirar hacia arriba y un panorama lleno de estrellas se extiende en su mirada absorta. 


Un astrónomo me enseñó que los puntos que centellaban eran los planetas, y los puntos que brillan de forma permanente las estrellas. Por la distancia con el sol. ¿O era al revés?


Juan se levanta del banco. De pie, se pone de puntillas y con las manos hace un telescopio para mirar más de cerca a las estrellas y distinguirlas entre los planetas.


¿Las estrellas centellaban y no los planetas? No, eso no puede ser… porque las estrellas son muchas más que los planetas, y más lejanas. El astrónomo me dijo en una fiesta… me explicó bien pero era francés y su español no era muy bueno, entonces no le entendía del todo. Pero tenía la paciencia de explicarme las cosas. Me gusta cuando las personas que conocen mucho de algo se toman la paciencia de explicarte. Aproveché para preguntarle si había vida en otras partes del universo, me di cuenta que si alguien debía saberlo era él. Pero era un astrónomo francés responsable y me habló de las posibilidades, en fin, que sabía lo mismo que yo. Luego llegó otro señor a la conversación, él no me acuerdo a qué se dedicaba, creo que sólo estaba ahí vendiendo mezcaladas pero como que ya estaba cansado de prepararlas, y le preguntamos: ¿usted qué piensa? Y dijo: para mí que sí hay, la otra vez vi un ovni por la carretera a Pátzcuaro, mi esposa dice que no era nada, pero yo los vi, y después vi que unos chavos los grabaron desde otro sitio y lo subieron. Nos enseñó el video (El señor extiende el celular con su mano, Juan lo ve), no sé si fue en el mismo momento o se desplazaron pero eran los mismos ovnis, miren, eran tres, dos grandes y uno mediano, suspendidos en el aire, los aviones o los meteoritos no se quedan suspendidos en el aire, eso es tecnología alien.

El señor era hábil para hilvanar la historia, hasta el astrónomo francés parecía estar intrigado. Le preguntaba cosas y el señor de las mezcaladas contestaba con lujo de detalle. No parecían adversarios nuestros, dijo, pero tampoco amigables, eran neutros, me dio la impresión que venían a recoger información nada más, como espías, coordenadas o algo. Le dije a mi mujer y ella que no, que no era nada, que me subiera al auto y siguiéramos la carretera. Ella más preocupada por llegar temprano a casa que por los ovnis, es increíble, si un día vienen y se llevan a alguien va a ser a ella. ¿Y luego qué pasó?, se fueron, primero uno de los grandes, en chinga, era como la nave líder, y le siguieron los otros. Con propulsiones silenciosas. Sin dejar ninguna estela.


Juan cobija a Zaira, que ha hecho un movimiento mientras duerme y ha quedado ligeramente destapada. 


Admiro a la gente que contesta con claridad a la primera, sin pensárselo, y con aparente seguridad. Fluido, articulado. Yo tartamudeo y tengo que pensar lo que voy a decir, y en lo que pienso la persona o las personas con las que estoy hablando ya saltaron a otra conversación, y ya cuando voy a decir lo que pensé ya para qué. De vez en cuando atino pero normalmente se me traban las palabras, las ideas, es como si en mi mente todo fuera un borrador y se estuviera escribiendo y reescribiendo todo el tiempo. Le corrijo, hasta le busco sinónimos para encontrar la palabra adecuada. ¿Cuándo aprendí que platicar con alguien debía ser como redactar un prólogo o un informe apegado a la verdad? No es ameno. No fluye. Y no tiene sentido.

Sobre todo, me cuido de mentir. No me gusta la mentira. Por eso lo que diga yo verifico mis fuentes, investigo que no esté exagerando, jamás manipulo. Hay mentiras que me gustan, como las leyendas urbanas, pero no me gusta la gente que miente. Y como la vida está llena de gente así, y de fake news, es importante cuidarse siempre de estar diciendo la verdad. ¿Pero a quién le importa esto en una conversación casual? ¿Quién inventó la conversación casual?, ¿dónde empieza a ser casual y dónde deja de serlo? Yo te diré: el cliché o ícono de la conversación casual es la plática sobre el clima. Algunos que creen tener una cultura superior les parecerá banal, pero a mí me gusta. No se trata de hablar por hablar de cómo está el clima, se trata de compartir información sobre cómo cada persona está vivenciando la lluvia, o el calor, o lo que sea. De ahí se salta a otro tema.

Por ejemplo, un taxista me contó que antes de subirme a mí lo llamó una mujer que cargaba piedras, un montón de piedras pesadas que llevaba en maletas y no podía cargar ni ella ni nadie. Piedras de río, para vender. Tuvieron que cargar sus maletas entre cinco hombres y al final el taxista la mandó al diablo, estaba enojado todavía cuando me lo contó, ¿cómo se le ocurre?, decía, me va a fregar la suspensión, que llame a un flete de mudanzas, esos sí se lo aguantan, pero la mujer quería ahorrarse esa lana, y pues se le hizo fácil pedir un taxi. Y encima se enoja porque no la llevo. Todo eso empezó con una conversación sobre el clima, estoy seguro. Sin preguntarle si había llovido en su ruta no habría sabido nada de eso.

Y ya desde el clima te das cuenta quién es de frío y de calor, esas cosas, ya desde el clima te das cuenta que cada individuo lleva una mentalidad, un termostato y un origen diferentes. Los que son de calor odian el frío, los que son de frío odian el calor, los que están en medio les falta carácter. No se puede estar en medio en algo como eso. No puedes poner un pie aquí y otro allá. Sólo tienes un cuerpo, o te defines o sabemos que estás mintiendo, que llevas toda la vida mintiendo.

Por eso importa hablar del clima e iniciar una conversación a través de eso o de cualquier cosa. A favor del frío diré que a menos 50º todavía hay maneras de vivir bien pero a 50º el sol te incinera y la vida es un infierno. Lo que no se debe hacer es hablar de política o de religión o de cualquier tema psicológico. Eso es de mal gusto. Sí se puede hacer pero ya después de 3 años de conocer a la persona, no en los primeros quince minutos ni en los primeros treinta meses. ¿Para qué? ¿Qué más da que alguien votó por este o por aquel o que opine una cosa o crea en no sé qué nueva corriente terapéutica? No importa nada, y si te importa, no hablo de ti Zaira, hablo en general, si te importa lo único que demuestra es tu profunda intolerancia. Si eres de esos mejor disimula y habla del clima o de futbol. O de las olimpiadas. O de lo que sea que esté pasando por tu mente. Y si lo que pasa por ella es una ideología política mejor no hables. El silencio está bien. Salvo que tu ideología sea la utopía, o la libertad. Pero eso no es ideología, eso es instinto. Y el instinto no necesita andar opinando. ¿O tú que crees?

Te diré algo sobre tu Miguel, querida, pero esto va para todos, incluyéndome. Esto deberías decirle un día, él que se da sus ínfulas: No trates de hacerte el interesante, nadie lo es ni tenemos por qué serlo. Uno que otro lo es. Al Pacino o Adele seguramente sí son interesantes, pero eso déjaselo a ellos, tú no eres Al Pacino ni Adele y sólo tienes que hablar del clima, de la familia, de las olimpiadas, del tráfico. Estoy seguro que Al Pacino habla del clima cada que se sube a un taxi o habla con su chofer. A él no le importa ser interesante, ya lo es, tiene talento, sólo lo ves cómo actúa en las películas y quieres ser como él, quieres hablar como él, fumar como él, aunque no fumes, puedes fingir que sí y que eres Al Pacino y hacer como que fumas…


Juan actúa que está fumando. Lo hace lentamente. Continúa hablando mientras fuma su cigarro imaginario. 


…no tiene nada de malo mientras nadie te vea, estira la mano, sostén el cigarro, paséalo lentamente por el aire y de repente fuma, inténtalo, no pasa nada, Al Pacino ciego baila como un maestro y maneja autos, y cómo es con las mujeres, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los villanos que lo quieren matar o encarcelar, hasta para robar un banco es un maldito dios, y le vas más a él que a la policía y a la ley y al orden, y sí ya sé que está actuando y son guiones y todo eso, pero es tan interesante su persona que sabes que aunque apaguen la cámara lo sigue siendo, algo tiene, pero eso es él, por eso lo vemos en las películas, en las revistas, le damos premios para que siga siendo Al Pacino haciendo como que es otros personajes, tú no, tú no eres Al Pacino, te lo juro, está bien que te imagines que lo eres un rato pero luego vuelve a la realidad, tú eres tú y por eso no tienes por qué ser interesante, lo cual es liberador si lo ves tranquilamente.


Juan apaga su cigarro en un cenicero. 


Zaira, ¿te imaginas lo que sintió la señora cuando empezó a vender sus piedras? Tanto desmadre que causaron sus piedras… ¿te imaginas el sabor del triunfo al vender la última? Esa señora de las piedras y Al Pacino son realmente interesantes, enfoquémonos en ellos, hablemos de ellos, profundicemos en lo que sea que nos quieren transmitir. Y nada más…

Vi un video de una señora que llevaba 18 años viviendo en una pequeña isla, que tiene un faro, de unos cuantos kilómetros, sola. Es una mierda haber pasado de Al Pacino y la historia del taxista de la señora de las piedras a empezar una diciendo “vi un video”… Qué bajón, lo vi en youtube… hubiera sido mejor decir que conocí a la hija de la señora y ella me lo contó, o que unos amigos fueron a esa isla y me contaron, o que yo mismo fui. Pero ni yo me lo hubiera creído…

Las historias de mis amigos suelen ser más aburridas, que si no sé quién se embarazó, que si Carlitos se fue a vivir a sabe dónde porque le dieron un trabajo muy bueno. ¿A quién le importa eso? Por eso luego todos nos ponemos a ver videos en youtube o en tiktok o lo que sea, porque nuestras vidas son para bostezar. Las mascotas son mucho más interesantes que nosotros.

Podría hablar más de todos los videos de perros que he visto, y sería mucho-muy interesante, como los perros lobo que ladran como si estuvieran aullando a la luna, increíble, los huskys se llaman, ¿a quién se le ocurrió traer lobos a la ciudad? Pero no, hay que hablar del trabajo de Carlos en el extranjero y de los cinco meses de embarazo y de la panza de la mujer que le está creciendo y felicitarla y todo eso. ¡Qué cambiada te ves! ¡Felicidades!, gracias a que no usaron preservativos, no puedo hablar de los perros que entrenan desde pequeños para ser policías o rescatistas o lo que sea.

Perros que trabajan, que huelen droga, que presienten temblores antes de que lleguen, o gatos en los asilos que se les acercan a los viejitos que van a morir, y se quedan con ellos varios días hasta que fallecen, los eligen, saben que van a morir, que sus horas están contadas, el viejito ve al gato venir y piensa: una mierda, ya me cargó, o qué bueno, ya me toca, me quiero ir, depende de cada uno, pero ya lo saben, los viejos y los gatos, esos últimos días acariciando al gato (Juan acaricia al gato) y el gato ronroneando, despidiéndose el viejo del mundo con un felino que le da tranquilidad y quizás hasta lo conduce espiritualmente al siguiente universo, nunca se sabe, todo eso que pudimos haber hablado, ¿mejor lo dedicamos a hablar de un bebé que va a nacer? ¿Tu bebé va a oler la droga de los maleantes y nos ayudará a atraparlos? ¿Tu bebé nos va a decir a quién le va a dar un paro cardiaco la próxima semana? ¿Tiene un don que se queda mirándolo fijamente mientras toma biberón y esa es la señal para atenderlo y salvarlo? Si no hará nada de eso, ¿por qué hablamos de él? ¿O qué podemos decir de él que no sepamos ya de todos los demás bebés? Pues creo que no han cambiado mucho los bebés humanos en los últimos 50 mil años.

Ya sé que no faltará el esnob que diga: “porque somos más evolucionados que ellos”. ¿Por qué los humanos insistimos en que somos más evolucionados que los animales? No nos escuchan. 

El punto es que vi ese video y esa señora llevaba viviendo en la isla todo ese tiempo. Cuidaba el faro, lo limpiaba, era su trabajo. Y estaba sola, completamente sola. De vez en cuando la iban a visitar amigos, y supongo que salía de su isla para ir al dentista o yo que sé. Es decir, no era una misántropa demente, cuando la entrevistaban estaba bastante lúcida y contenta y decía que se había ido a vivir ahí porque era su sueño vivir frente al mar y ese lugar se lo había cumplido.

Y desde luego cualquiera pensaría: ¿pero no se aburrirá? ¿Todo el día frente al mar? Para empezar como si salir todos los días al tráfico y ver semáforos y calles y oficinas y restaurantes e ir a la playa dos veces al año fuera increíble. O como si a estas alturas no pudiera tener wifi en su isla solitaria. Pero igual uno lo pregunta, siente la necesidad o la obligación de preguntarlo: en nombre de todos los que no vivimos en completa soledad en una isla, ¿cómo le hace? ¿No se aburre? ¿Qué tanto piensa? Está bien. Hay que preguntar. ¿Hace mucho calor?, ¿Que en invierno tiene que usar chamarra?

Y en resumidas cuentas la señora dice que no, que la está pasando a toda madre. No lo dice así. Para empezar porque es de un país del norte de Europa y no hablan así. Pero se le nota. Se le nota que un día llegó pensando estar un mes o dos, y después de unos meses ahí se quedó. Intentó ver el regreso y ya no lo pudo ver. Es algo que todos podemos entender. Vas de aquí para allá un tiempo en la vida, quieres ir a este sitio y luego al otro y de repente te das cuenta que es mejor quedarte ahí donde estás.

Simplemente porque quieres, o porque viéndolo bien no hay tantos lugares para vivir donde pensabas. No en todas partes hablan tu idioma, o comen lo que quieres comer, o están las personas que quieres ver, o te dan el trabajo que querías. No es tan como de ah ya me voy para allá y agarras tus cosas y te vas.

Todos en algún punto hemos creído que sí era algo así la vida y después nos dimos cuenta que nunca lo fue. Por eso piensa bien a dónde llegas, quizás ahí te quedas para siempre. Ella le pasó pero en una isla de unos cuantos kilómetros frente a la inmensidad del mar y entonces comprendes que no estuvo tan mal su decisión. Incluso estuvo mejor que muchas de tus decisiones.

Al menos ella o su aventura sí es interesante, como Al Pacino… o como Adele. Seguro ve pelis de Al Pacino o escucha canciones de Adele en las noches, cansada de todo el trabajo de mantenimiento al faro de cada día, y se pone a cantar, o a bailar, y el mar la arrulle para dormir.


Juan tararea música de Adele y con los sonidos del mar que le llegan desde su interior, se duerme, cruzando los brazos y reposando su barbilla contra su pecho. Después de unas horas despierta. Está amaneciendo. A su lado, Zaira continúa durmiendo, en una posición aún más confortable, profundamente dormida. Juan, todavía somnoliento, se estira y se medio levanta. Por fin da un salto y se yergue. Se prepara un café imaginario. Le pone leche y azúcar imaginarios. Abre la ventana imaginaria, puesto que está en la azotea del edificio y no se necesitan ventanas a la intemperie. Tomando café mira el mar que imagina. No tiene mucho que los sonidos del mar en su interior han concluido pero las olas siguen ahí, lo mismo que la ciudad que se va iluminando. Juan se acerca al borde del edificio y mira hacia abajo y hacia la inmensidad del horizonte. Como si se hubiera construido un edificio de 12 pisos en medio del mar, y las olas chocaran contra él, y en lo alto Juan estuviera tomando café y a su lado Zaira durmiese. 


El tiempo, Zaira, la señora dijo algo del tiempo. Que en esa isla el tiempo le pasaba muy lento…

Es que cuando cumples tus sueños, aunque sea uno, pero un sueño verdadero, que te mueve todo, entonces el tiempo pasa más lento…

Hizo que el tiempo pasara más lento…

Pero no es el sueño de alguien más… un sueño suyo que soñó sin que nadie le dijera nada…

Me la imagino… que de tanto ver las olas las olas empezaron a vibrar, a hacer una danza para ella… una coreografía que sólo ella podía decodificar… un mar código morse del que ella sabía el secreto… el secreto de la vida, o al menos de las olas que es suficiente… como si el mar la hubiera estado esperando a ella desde siempre…

Las olas y Adele encima de ellas, como una estrella, dándole un concierto… El mejor concierto de su vida, imagínate…

Y ella cerraba los ojos y veía su sueño y los abría y sólo veía su sueño… Un sueño que nadie más que ella había soñado y sus ojos se llenaban de relámpagos, lloraba agua salada cuando lloraba de alegría… y no sentía remordimientos…


Juan regresa a sentarse en el banco.


Me lo imagino… No está nada mal viéndolo bien, para empezar esa señora tiene un valor que yo no tengo, yo tengo que ver semáforos y calles todos los días y ver videos en youtube y preguntar si ya nació el bebé, fue niño o niña… ¿cómo se llama?, ¿Tiago? ¡Bonito nombre!, ¿el papá es brasileño? Ah no, mexicano, les gustó ese nombre, entiendo…

Y hasta ahí porque ya no sabes qué preguntar… no te vas a poner a hablar de pañales, seguramente cuando tengas hijos sí, pero todavía no, con eso basta, es de mal gusto hablar de pañales frente a gente que no ha cambiado un pañal en su vida, y con lo otro, ¿qué era lo otro? Ah sí, Carlitos… su nuevo trabajo, ¿de qué es? ¿Qué nueva función en el organigrama de su empresa obtuvo? ¿Y cuánto gana? Eso no lo puedes preguntar así, pero es lo que todos piensan, y ya que te dicen que se compró una casa, o que viajó a Italia, o que cambió el coche por la camioneta tal, esa es la forma de decírtelo.

Todo eso para autoengañarte que tu vida es mejor que los 18 años que lleva la mujer sola en esa isla. Que te digo, ni tan sola. Sus amigos tiene que la van a visitar, y el dentista, y Adele, y el mar. Felicidades, Carlitos. Felicidades, felicidades. Felicidades, está hermoso tu bebé…


Juan se asoma a la cuna imaginaria. Imita sus pequeñas manos, hace gestos de ternura como el bebé imaginario.


Ya viéndolo bien, sí está bonito este bebé. Mira cómo mueve las manos, cómo abre la boca, algo intenta decir pero quién sabe, tampoco se ve algo así todos los días… sí es interesante este bebé, igual así era Al Pacino, ya que lo veo, es como un alien bonito, todo extraño en un mundo extraño, imagínate, nueve meses escuchando las tripas de la mamá, el corazón de la mamá, o lo que sea que escuchen los bebés, viendo todo oscuro desde que le salieron los ojos, y de repente toma, este es el mundo, te deseamos lo mejor bebé, y yo te deseo que pase lo que pase no mientas… ni compres todas las mentiras que te venderemos.


Zaira despierta. Poco a poco, se estira y bosteza hasta que Juan le da los “buenos días” y le dice que preparó café. Zaira acepta una taza imaginaria y beben cafés imaginarios toda la mañana, mientras conversan entre el sonido de los pájaros y el bullicio de la ciudad que se va incrementando conforme pasan los minutos y la gente va saliendo a las calles para hacer su actividad cotidiana. En algún punto, Juan le preguntará a Zaira si recuerda las historias que le contó mientras dormía. Zaira intentará hacer memoria y dirá que no… pero horas más tarde, cuando ya esté sola en su casa, recordará un sueño que tuvo. 

El sueño se ilumina y va dibujando y volviendo a narrar en su memoria. En el sueño, Adele está surfeando las olas, mientras canta con un micrófono una de las canciones favoritas de Zaira. Súbitamente, el ánimo de Zaira, deteriorado por haber visto a Miguel la noche anterior y por la resaca, mejora. Zaira decide ese día aplazar unos compromisos de trabajo no tan relevantes y quedarse en su casa para disfrutar del tiempo. 


Fin.


Texto de Emilio Toledo


Imagen: IA

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