top of page
Foto del escritorDerbys H. Domínguez

Espadas y palabras, la música del endecasílabo



Abro “Memorias de un gladiador”, poemario que Pepe Sánchez, (Cumanayagua, 1956), publicara por Ediciones Mecenas, 2023, y en la página inicial encuentro “Socráticas”, el soneto puerta o umbral. 


¿Por qué me trajiste, padre, 

a la ciudad?

¿Por qué me desenterraste

del mar?


Rafael Alberti


Lo primero es un viento favorable,

ser el gurú que escribe tu destino,

la ruta sobre el mar, tu sol latino.

Mantener firme la pasión, lo amable.


Y seguir construyendo un puente estable

sin ver que otros hicieron el camino,

que es difícil en tierra ser marino

y al final todo puerto es memorable.


Incluso puedes compartir las dudas,

decirle que es inútil a un recuerdo,

viajar al sueño donde nada es cuerdo.


Después, solo se trata de ir erguido,

que hay una luna amada en lo que sudas

y todo es lucha y tiempo sucedido.


Pepe Sánchez


El mismo revela horizonte, destino y finalidad literaria del libro: escribir endecasílabos en un tiempo, nuestra época, que podría caracterizarse como antipoética, donde la pérdida de interés por las formas tradicionales, en la literatura, el arte y los demás ámbitos de la vida se ha impuesto, sin respeto alguno, postulando una especia de anti lirismo que a la fuerza incluye la negación del soneto; y manifiesta, en público, desde el comienzo, aquellas características que distinguen al también periodista, narrador, y hacedor de ensayos, diferenciándolo en el panorama poético cienfueguero.

Claridad expresiva, profundas resonancias, acertada transparencia poética que se agudiza en el momento de atrapar lo hermoso, detenerlo o posarlo sobre la página en blanco, sobresalen a través de un verso limpio, que rezuma concentración, trazo firme, e ideas móviles, sin rebuscamientos metafóricos ni experimentaciones formales, revelando, en calidad de rasgos distintivos, sus atributos y eficacia.

Pepe escribe como si dibujara o esculpiera los contornos de la luz, apoyándose en el resplandor, sirviéndose de las irradiaciones desprendidas; su voz, de hombre común, prevalece por encima de fantasías e imaginarios impuestos o heredados, falsas ensoñaciones que no le queden cómodas a su cuerpo de ser humano, y busca, abrigo o ropa de invierno, la medida de su estatura espiritual dedicándose a realizar poemas sencillos, diáfanos, certeros.

Compuesto por 32 sonetos a los que divide en las secciones “El tiempo y la utopía”, “Naves de Tarsis” y “El signo de los argonautas”, el libro sorprende, precisamente, por la destreza con que el autor regresa o se apropia de formas desatendidas o desdeñadas por las corrientes literarias actuales y hace de su vida cotidiana, del bregar diario por la realidad, un monumento verbal dirigido a la belleza oculta o escondida detrás de las palabras, dentro del sistema sonoro, visual y gráfico que son y representan, significando, más que remate o conclusión, herramientas maleables, utensilios dúctiles, el material con que edifica, construye o elabora música fuera del pentagrama.

Si Pepe es un poeta revelador, y su libro esplende, es porque no se detiene en las palabras como meta o propósito, sino en condición de puentes que le permitan llegar o acceder a la poesía, abrir la puerta del poema y entrar a las habitaciones donde las palabras, ambiguos, peligrosos inquilinos, exigen al poeta determinados recursos o dones a cambio de entregárseles, descubriendo sus secretos. En ese recorrido perenne, Sánchez impugna, refuta modas retóricas e intelectuales, contradice tendencias poéticas al uso para concentrarse en la depuración de su voz, y atravesar los trillos, aunque frecuentados o concurridos, menos transitados del camino versificado y la rima, abriendo nuevos senderos en el cuerpo del poema, en aquella antigua composición heredada, a través de la cual se apodera del ayer, agarra el pasado por el brazo más firme, y lo trae a nuestros días, hoy, presentándolo como algo nuevo o inédito, el espejo donde mirarnos para rectificar, o corregir, nuestra fisionomía lírica, purificando la literatura y el arte que nos corresponde. En esa búsqueda que le permite depurar el soneto, como estructura y caja de resonancias, Pepe encuentra espacio, nombre y altitud, su reino.

Aunque las estructuras poéticas sean recipientes dentro de las cuales el poeta, en relación con su época, y las tendencias en boga, expresa su mundo interior, manifestando inquietudes, esperanzas o desencantos, debo reconocer que la sensibilidad y las manos de Pepe Sánchez dominan, con exquisitez y refinamiento, la arquitectura del soneto y saben, ejecutando espléndidas melodías verbales, ejercer una especie de maestría en los predios de la composición poética que se atribuye, desde el siglo Xlll, al bardo siciliano Giacomo da Lentini, y a partir de su origen o nacimiento no ha dejado, como estructura, de aportar voces que renuevan sus posibilidades.

En las secciones se ocupa de categorías específicas: la relación, en muchas ocasiones dolorosa, entre el paso de los minutos, su fugacidad y las quimeras, lo inalcanzable; lo sagrado; y el heroísmo.

Si “Socráticas” inaugura el libro, este desemboca en “El turno del juglar” soneto clausura, cierre o colofón, telón de fondo, fin.


Cada vez más sospecho del que gana;

voy al torneo porque necesito

que se escuche mi voz, lo que recito

desde las graderías de mañana.


No soy el guía de esta caravana,

pero el sur me acompaña como un mito

del azar. Sé que soy parte de un rito

en que sufres y toda fuerza es vana.


Solo espero ganar con lo que pierdo;

de frente caminar hasta el pasado

llevando de la mano un desacuerdo.


Guardar en mi memoria lo no dado,

el Jordán de mi fe, y algún recuerdo,

una voz que el poder no haya manchado.


Pepe Sánchez


Entre el primero y el último, además de la belleza que permite disfrutar el paseo lírico de punta a cabo del libro, encontraremos una apasionante, singular reflexión, acerca, en primer lugar, de la reversibilidad del tiempo: el soneto, a pesar de haber cumplido más de 700 años, no se arruga, ni dejará de nacer constantemente, nonagenario, será siempre, a favor del tiempo, un recién nacido, (sin envejecer); y en segunda instancia acerca del valor de las transmutaciones en el arte y la literatura.

Gladiador y poeta, (el oficio del escriba), se hacen uno al interior del libro, significan o equivalen lo mismo. Grecia imaginaria o Roma metafórica, son imágenes, construcciones espaciales más parecidas a Cuba —a los sitios frecuentados por el autor, donde este vive y a los que pertenece: Cienfuegos y sus alrededores, el municipio por donde llegó al mundo— que a sus referentes originales, paradigmas europeos, occidentales, y al interior de los cuales declara el universo creativo por el que se dedica a los versos, dando consistencia a su alter ego, a quien, doble de Pepe e idéntico a él mismo, pone a combatir contra su persona, y las manías, fobias, obsesiones, sueños o realidades que lo determinan, enfrentándolos en un despiadado combate donde el guerrero cambia sus armas: la espada, el escudo y su instinto animal, depredador, por las palabras del rimador, su inteligencia, sensibilidad y el lápiz con el cual, como si se buscara sin encontrarse, o trazara su rostro en el espacio, escribe.

En el centro del libro, donde se supone haya una hermosa plaza, el autor, a manera de estatua, monumento o estandarte, semejante a la bandera que debemos ondear cada día frente al fracaso, el horror o la desidia, erige, árbol de palabras enlazadas, férreas, abrazo fértil, el soneto “En la arena del circo”, declarando el más acuciante, agudo sentido del poemario.


Es por nada que a veces batallamos.

En la arena del circo estamos solos,

la soledad está en los protocolos,

en el candil de paz que derribamos.


Está en los fríos templos que erigimos,

donde falta el abrazo y no lo damos.

En tanto sol herido, tantos tramos,

en lo que callas y en lo que decimos.


La soledad que somos, la que fuimos

y aún en medio del dolor buscamos,

nada es frente a las gradas de la euforia,


del ciego griterío al que partimos;

si de nosotros mismos no logramos

nunca escapar, si es esa nuestra noria.


Pepe Sánchez





Comments


bottom of page