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Foto del escritorPárpado Editorial

NO a la autocracia de la “4T”



En la última Editorial que publicamos, previo al día de las elecciones, concluimos en la última frase: “Y el 3 de junio la causa seguirá siendo crear una ciudadanía más analítica, asertiva y con menos fanatismo; dicha causa nos une a todos.”


Lejos de eso, cada día la sociedad y los políticos se polarizan más, no partiendo de argumentos sólidos o de un interés genuino por el bien público, sino simplemente guiados por arrebatos, fanatismo ideológico o resentimientos: los ataques del poder ejecutivo, antes representado por López Obrador y hoy por Claudia Sheinbaum, al poder electoral en su momento y hoy al poder judicial no tiene de trasfondo la corrupción de jueces -que la hay- sino la intolerancia a la crítica y a sentencias o impugnaciones de jueces autónomos que declararon como inconstitucionales ciertas acciones del ejecutivo. Lo cual les molestó y molesta mucho.


Precisamente para eso se diseñaron las repúblicas: para que los contrapesos limitaran las acciones de un solo poder, y por ejemplo las mayorías no quitaran derechos a las minorías. Se les olvida a los gobernantes que ejercen un servicio público no sólo para sus votantes, sino para toda la población. Cuando dicen hablarle al “pueblo” (esa palabra ahora utilizada para justificar todo) o se creen “los hijos del pueblo” (parecía una broma hasta que nadie se rió), como declaró un congresista, lo único que hacen es legitimar cualquier exceso de poder del que se crean capaces, como instaurar una autocracia y volver la Constitución a un estadío más inmaduro que las generadas por los constituyentes de la Revolución y la Independencia. Curioso que quienes se autoproclaman como una cuarta transformación de hecho desconocen nuestra historia.


La escena de la tómbola en el Senado es de lo más frívola, absurda y preocupante, la Reforma judicial en su conjunto y ahora la llamada Supremacía constitucional no sólo están socavando el Estado de derecho, en un país lleno de inseguridad, desapariciones forzadas, homicidios y la invasión del crimen, sino que polarizan aún más a la sociedad, en un maniqueísmo pueril propio del fanatismo y la idolatría a un líder, y exacerban las problemáticas sociales que se están desatendiendo. ¿En algún punto pensaron que hubiera sido mejor hacer reformas que de hecho disminuyeran la inseguridad en el país? Desde luego que una pregunta tan de sentido común ni siquiera les asoma, entretenidos en una agenda de demagogia y de ambición desmedida por el poder.


Con todo, hay casos ejemplares como la jueza Nancy Juárez, que apegada al derecho, está demostrando que más allá de sus declaraciones e interpretaciones, el desacato en que están incurriendo la presidenta Claudia Sheinbaum y otros funcionarios federales no son más que delitos. En la autocracia o en la monarquía, el que detenta el poder está por encima de la ley; en la democracia y en las repúblicas (que vinieron a sustituir a las monarquías) no, nadie está por encima de la ley, ni siquiera un presidente. Para hacer valer la ley están los jueces autónomos o La Constitución, que un grupo de políticos del momento quieren cambiar por otros más a su modo y a su gusto, con todo y tómbola.


Emilio Toledo M.

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