El 29 de diciembre de 1926 murió uno de los poetas más grandes de todos los tiempos: Rainer Maria Rilke. El 29 de diciembre de 1959 se despidió de la esfera terrestre Alfonso Reyes: dos entrañables --aunque distantes-- estrellas. Me atrevo a ensayar su recuerdo por el mero encuentro puntual de la Tierra en un punto preciso de sus 365 días de viaje eterno en torno al Sol. A ese astro magno engendrador de vida.
I
El 29 de diciembre de 1959 se despidió de este mundo una de las mentes más cultas y brillantes de la historia del México moderno (y acaso de todos los tiempos): Alfonso Reyes, padre no necesariamente reconocido --con o sin conciencia de semejante olvido-- por algunos de sus hijos. Dicho de otra forma: padre intelectual de más de una generación de pensadores y de escritores (padre, digamos plus, de una "mentalidad de época"), en una prolijidad de letras que parecerían inabarcable en su lectura si llega por deseo o por destino la voluntad de cabalgar de punta a punta en las líneas de registro de su Obra.
Recordando una línea de Mallarmé, diríamos, para el caso, que fue alguien "que leyó todos los libros". Metáfora poética que no se estrecha en la idea de la erudición, sino que se expande en el mar extenso del saber universal y "de lo nuestro".
Recordemos pues al Maestro de Maestros, en sus 65 años de su largo viaje a las estrellas.
II
Un 29 de diciembre, hace 98 años, Reiner Maria Rilke, el gran y eterno poeta universal y austriaco, volvió la página del Ser para partir del mundo.
No entro en estas líneas en algún intento de seguir la pista de su vida y obra, pues el espacio es un tirano inquebrantable que te obliga a "escoger". Y aquí lo que hago, en su recuerdo, es escoger uno de sus poemas más bellos en la versión al español de Rulfo (traducción de traducciones otras que dieron su tono genial a las líneas poéticas de Rilke):
Mas si los infinitamente muertos
hicieran nacer en nosotros un símbolo, mira,
señalarían tal vez esos amentos
que cuelgan de los avellanos exhaustos,
o bien, nos mostrarían la lluvia
que cae
sobre
la oscura tierra en primavera.
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