A las democracias y corrientes políticas comúnmente situadas a la izquierda, centro o derecha, establecidas tras la Segunda Guerra Mundial, se han sumado en la última década corrientes extremistas caracterizadas por la intolerancia a la diversidad cultural que definieron al nazismo alemán de los cuarenta y que parecían obsoletas. La idea de un personaje monstruoso en narrativas maniqueas que ha figurado, por ejemplo, Hitler, se ha desdibujado simplemente porque ya no se puede colocar a la distancia lo que aconteció entonces: la monstruosidad del racismo, de crímenes de guerra y de movimientos políticos y militares basados en el exterminio de una cultura está aquí y ahora, encarnado en el fascismo de Putin y su guerra contra el pueblo ucraniano que emprendió el 24 de febrero.
Es posible que esta incursión a gran escala fuera facilitada por un nuevo contexto donde prácticamente en todo el mundo han incrementado las corrientes extremistas y su participación política (Estados Unidos, Francia, España, Brasil, China, Alemania, Israel, v. gr.). Quizás el error haya sido pensar que el mal está siempre fuera de casa, y no empezar por ver que la discriminación o el racismo suelen estar mucho más enquistados en nuestras sociedades de lo que quisiéramos creer. El fracaso político, social y ético a nivel local y global ante los fenómenos de la migración es un claro ejemplo.
El 8 de mayo, el presidente ucraniano Zelenski emitió un discurso por la conmemoración del Día de la Victoria explicando que el mal había vuelto pero con diferentes uniformes e insignias: “Nosotros somos personas libres que tienen su propio camino. No le damos a nadie un pedazo de nuestra tierra ni un pedazo de nuestra historia.”. En otro discurso también aseguró sobre el invasor: “puedes destruir los muros pero no puedes destruir los cimientos sobre los que se asienta la moral. La moral de nuestros guerreros. La moral de todo el país.” La resistencia de Ucrania es la resistencia de la libertad ante la opresión en que pueden identificarse muchas de nuestras historias humanas.
Emilio Toledo M.
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